viernes, 24 de abril de 2015

Princesa de Media Noche

¡Buenas, buenas! Seguimos practicando esto de los domingos, no viene saliendo mucho, ¿no?
Cómo la mayoría de los estudiantes en esta época los exámenes arrasan con el tiempo, las ganas y el descanso por lo que anduve desaparecida, con o sin exámenes ¡seguiremos caminando! (o eso espero)
Hoy, viernes, les quiero compartir un trabajito que tenía dando vueltas entre mis escritos archivados. Ojalá lo disfruten. ¡Hermoso fin de semana!

Princesa de Media Noche

Cerré los ojos y me dejé llevar por aquella fresca brisa veraniega. El aroma a hierba era embriagador, tanto como ese casual aroma a felicidad que a veces experimentamos al andar por el campo de la vida.
Comencé a sentir un curioso cosquilleo en la nuca y en las mejillas. Una caricia que recorría mi cuerpo, de arriba abajo; Volaba, volaba como un firme cóndor entre sus montañas.
Inundaba el cielo con mi presencia, asomada entre el cúmulo de estrellas y nubes.  En verdad podía volar, correr en la oscuridad del firmamento.
Llegué hasta la luna y me posé sobre ella, húmeda y fría de lágrimas. Empecé a mecer mis pies como un  pequeño niño en su hamaca.
Busqué el sueño, acariciando las sombras de aquel oscuro y ennegrecido cielo.
Bajé nuevamente  al mundo y corrí. Corrí sobre el césped hundido en radiante rocío, entre árboles y sombras. Me rodeaba  una asfixiante soledad, enceguecida por el brillo espectral de mi luna. Soledad ahogada en naturaleza.
Se contemplaba el  renacer de una tormenta, aquel viento helado me tomó por sorpresa, me estremeció. Me empujaba lejos de la escena, lejos de sus futuros pero no lejanos destellos de luz y ruido…
Fue entonces cuando desperté entre lloviznas.


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